jueves, 16 de octubre de 2014

Los días en que fui feliz (nunca pensé que fueran así)

Bastante tiempo ha pasado desde la última entrada, casi tres semanas. Lo complejo de la ciudad es que te atrapa, te envuelve en un paréntesis del tiempo. Puedo decir que sigo en la misma pega, lo he estado haciendo mejor progresivamente así que me siento más seguro, pero al mismo tiempo uno se va cansando de hacer lo mismo. Paradojas.

La rutina en la cocina incluye limpiar todo, el pasillo, los estantes, la misma cocina, hay que preocuparse de la basura, limpiar los vegetales, pelar papas, cebollas, zanahorias, cerrar bolsas al vacío y por sobre todo lavar platos, trastos, ollas, otros asociados e inimaginables objetos que me han hecho creer pragmáticamente que hay más de 3 dimensiones (sin contar al tiempo y otras más hipsters), y por si fuera poco, todo lo que se lava hay que ponerlo en su lugar después.

De vez en cuando salen otras cosas raras para hacer, pero en general la rutina es la misma Adrenalinico es poco. Varias veces quedo totalmente abrumado y -por lo mismo- me veo forzado a llamarme a la calma y avanzar, avanzar, como sea, pero avanzar. Al final, siempre se termina.

El lugar, "La Ostería del Toro", es bien concurrido y algo así como cuico, no de los más brigidamente cuicos de Wellington, pero igual. Hay un chef Tailandes, el Nari, que ha sido la raja conmigo. Me enseña con paciencia, me ayuda cuando ando muy aproblemado y cuando sobran cosas me convida, lamentablemente se va en unas semanas porque el weón del jefe no le quiso poner la firma para un tramite que necesita para quedarse en NZ (los detalles no los sé particularmente, pero digo weón con propiedad porque el conventilleo ya me ha hecho llegar hartos casos en que el susodicho jefe se ha fregado a los chefs y otra gente del restaurant).

Pero bueno, volviendo a lo anecdótico, a veces me llegan sobras de comida o cosas que se están haciendo. Y eso, eso mis queridos amigos, es lo mejor de estar en un restaurant. También, antes de lavar (para que no piensen que hago alguna cochiná), me como los restos de las ollas, especialmente de los postres, cuando tengo tiempo para hacerlo, claro. Diría que cuando hacen tiramisú soy el ser más feliz del planeta, o cuando hacen pastel de chocolate, ooooh, las ollas de chocolate #gordolechonperofeliz 

Incluso, a veces, llega una pizza o algo más. Luigi que es uno de los chef de pizzas también se raja con queso de cuando en vez, buena tela él, italiano hasta la médula. También está Giovanni, otro italiano que es bien bueno pa cantar, John que es Kiwi y nuevo en el lugar pero re-simpático, es el clásico chef más gordo (no obeso, pero grande), que sonríe mucho. Recién tuvo una hija, sólo hace unos meses y probablemente ambas cosas estén relacionadas. El Luca es el segundo al mando, australiano, jóven y al principio no había mucha buena onda con él, pero ahora si, es muy simpático pero super estructurado, lo que es bueno para el orden de la cocina al final, pero le hace falta relajarse un poco. Craig es el Chef máximo, el capitán del buque, y al que más me cuesta entenderle cuando habla. Es Kiwi, y su acento es medio complejo, mas pronunciado, y se la pasa echando tallas que me cuesta seguir, aunque cuando se pone serio es de temer. En el fondo, es toda una experiencia esta vida en la cocina.

En el depa/flat también todo sigue igual. Hemos hecho un par de celebraciones, no muchas pero algo es algo. Mi horario me permite estar buena parte de la semana acá, relajarme, ver series o salir. Fui a la playa la otra vez, al parque también, a caminar por ahí y a perderme por la ciudad, a hacer trámites (estoy viendo lo de la ciudadanía italiana, que sería de gran ayuda para seguir viajando tanto ahora como adelante), y así. La otra vez que había harto viento use mi bufanda como mascota imaginaria, la solté al aire sosteniéndola solo con una mano. De hecho, terminé pensando que estaba sacando a pasear al mismo viento. A veces pasan cosas bonitas. Otras veces no.

A veces se hace pesado estar solo por estos lados. A veces me siento parte del grupo, a veces no. A veces salgo con otra gente que he conocido y no sé, otras igual me da bajón. No es muy distinto a lo que pasaba en Chile en realidad. Es bastante parecido de hecho, salvo que no están los amigos-amigos, ni la familia. Creo que igual siempre fui un tanto solitario, en especial en los malos momentos, pero igual se extraña la posibilidad de desahogarse, tomar una once con la May, una cerveza con el Hugo, otra once con la Myriam y el Jorge, un almuerzo con la Triny. Salir a cantar por la calle con la Caro. Que se shó

Pero han sido intensos días estos, emocionalmente hablando, aunque no podría sintetizar bien el como ni el porqué. Es extraño, me encanta por un lado el tener una pega que no me gusta pero que no es tan mala tampoco, y que me deja mucho tiempo libre al mismo tiempo me permite mantenerme. Claro, no puedo ahorrar mucho, pero si vivir. Igualmente me encanta este departamento y esta ciudad. Pero creo que me falta lo humano. Hay buena gente por acá, pero no es lo mismo. Lo mismo que qué, no sé. Simplemente no es lo mismo. Y faltan abrazos.

Hablando de eso algo me ha llamado la atención. Por estos lados se usa mucho el dejar de hablar de repente. Uno esta conversando y como que se da por terminada la plática sin ninguna señal de por medio, y se van a otra parte o hablan de otro tema con alguien más, o cualquier otra cosa, pero se siente raro. Un detalle de esos culturales.

Como sea, igual ahora no puedo recordar todas las cosas que he hecho en estos días. Recuerdo que una tarde nos arrancamos a otra playa en la van, a las afueras de la ciudad, y toqué guitarra al atardecer, por un buen tiempo estuve solo con el viento, en una banca, mirando el mar, al sol caer, a las aves, unos montes. Un buen recuerdo.

Otro día fui a ver a una pareja amiga francesa, hermosa tarde, se sintió un poco más familiar. O hace unos días, para el 12 de octubre, se hizo una fiesta latina con una batucada al final que me hizo bailar como en los buenos tiempos (cof, cof, cof).

Y así se han ido los días.

Lo más curioso es que quizás lo más importante de todo este tiempo me pasó antes de ayer. Escribiéndole a la Caro, le pude decir que la amaba. Darme cuenta y decirlo, ambas dos cosas/procesos eran altamente difíciles para mi. Ahora, fue en un sentido más como familiar, no de pareja-pareja. Creo que para otro contexto intentaré explicar eso. Quizás. Ahora solo lo dejo acá como un hito, considerando que a la única persona que le había dicho eso era a mi abuela, poco antes de que muriera. Y de alguna forma no directa-directa pero igual evidente, a mi madre y a la May. O sea, nunca a alguien que había sido mi pareja. Curioso que pueda hacerlo ahora que somos ex.

Es bonito igual, ambos nos amamos, pero como personas que pasan a ser familia. Algo así. No sé. Lo mejor es no tratar de explicar estas cosas porque solo se entienden de a dos. O con poesía.

Y más allá, creo que ahora puedo decir, y darme cuenta, con mucha mayor facilidad, de cuando amo. De cuando realmente quiero a alguien. Y ese un poco más que hace tan especial las cosas.

Como fuere, grandes fuerzas están moviendo mis estructuras, uhuhuhu. Y estoy sintiendo cosas nuevas. Esta situación a la que me he "forzado" un tanto, me ha puesto una buena presión, así que si no muero en el camino seguirán saliendo cosas bastante interesantes. Espero.

Lo otro, y en relación a eso, ¿sabían que fui feliz?, bueno, así fue. Y en realidad más de un día. Y no me dí cuenta porque nadie me avisó, como dice la Cristina. Quizás ahora también lo sea, probablemente así es de hecho. Trataré de estar mas despierto esta vez. Un poco más ví'o pa disfrutarlo. Pero si cachan que estoy paveando, díganme con confianza.

Un abrazo a todos, y cuando quieran manden un mail contando sus novedades.

Fotos:

Sigo sin poder pasar las fotos del celular, así que no tengo nada, salvo la que saqué en la playa el otro día y subí a facebook directamente, así que eso no más sería pues.

Siempre se me olvida ver el tema fotográfico :/