Cuarta noche en Kerikeri.
Huimos de Tauranga.
No encontramos trabajo en más de una semana y el tiempo no perdona, así que ahora estamos en el norte de Nueva Zelanda, muy cerca de donde todo empieza. O termina.
Pasamos las primeras dos noches en el Holiday Park de acá, y ahora pagamos una semana en un backpacker, una casa, simpática pero llena de gente. Lo bueno es que acá te consiguen trabajo. De hecho, es difícil empezar con el pruning u otras cosas si no estas acá, en este lugar. Es como un convenio, una mafia, qué se yo. Pueblo chico. Pero no parece malo, al menos luce mejor que Te Puke.
Lo bueno del lugar, de este backpacker, es que al menos tenemos wifi y sky, así que podré ver el partido de Chile esta madrugada. Planeo quedarme despierto, una vez más, porque dormirse y despertarse a las 4 no es negocio, y de hecho, no lo he logrado cuando lo he intentado.
Lo bueno del lugar, de este backpacker, es que al menos tenemos wifi y sky, así que podré ver el partido de Chile esta madrugada. Planeo quedarme despierto, una vez más, porque dormirse y despertarse a las 4 no es negocio, y de hecho, no lo he logrado cuando lo he intentado.
De todas formas es bueno moverse, incluso diría que es de lo mejor de esta vida, el poder decir "listo, me harté de este lugar", tomar tu auto y viajar a otra ciudad, con nueva gente y -en teoría- nuevas oportunidades. Claro que si supiera conducir sería mucho más fácil, pero eso lo tengo pendiente. Creo que intentaré sacar una licencia en Tailandia o algún país del Sudeste asiático, porque por acá parece ser un trámite prácticamente imposible. Especialmente para extranjeros. Pero bueno, hay que tener paciencia no más y ver que pasa.
Por ahora me quedo con la carretera. Con los paisajes de por acá cerca, con la esperanza de encontrar un trabajo pronto, y de aguantar lo del pruning, si es que sale.
También me quedo con la salida hace unas noches a un bar, al bar del pueblo. Una mesa de pool con los chicos y Cheng, un koreano de 63 años. Artista y pintor de brocha gorda. Parroquiano del bar, 26 años viviendo acá, y con quien conversé hasta el final de la noche. Una vida interesante. Buenos consejos. Recuerdo que me dijo: "No hables de confianza, no menciones la confianza acá. Conoce a la gente, toca las puertas. Pero no necesitas hablar de confianza. Conoce primero. Nadie confía en nadie. Pero ya ves como ahora pasamos unas horas y estamos hablando así. Deja la confianza afuera, en un segundo plano. Conoce a la gente."
Fue interesante, así como el darme cuenta de que puedo tener/entender conversaciones crípticas en inglés. Ahora, por mi lado, le dije que se arriesgara e intentara vivir haciendo lo que le gusta hacer. Un amigo kiwi de Cheng -repetidas veces, producto de la ebriedá- alabó su trabajo, y en particular un retrato que le hizo y que ahora cuelga en la pared de su casa, arriba del televisor. Quizás el lugar más icónico de una familia en estos años postmo. Pero Cheng no quiere mezclar los negocios y el arte. Árido tema. Bonita conversación. La dejo acá, en estos auxilios de memoria.
Y bueno, voy a tener que inventarme un drama emocional para hacer más interesante el blog. Porque hasta ahora, nada. Una chica japonesa me encontró "cute" ayer cuando le hablé a su grupo en un mal japonés. Pero la verdad no era mi tipo, aunque quien sabe, de repente agarro el síndrome de Beauchef por estos lados, o dicho de forma elegante y mas eufemística, reduzco la cuota de superficialidad. Pero tampoco hay que ser exagerados. Es esencial que alguien te atraiga al menos. Y visceversa.
Como sea, ya inventaré algo.
La emocionante vida libre, es emocionante. Sí. A veces. Es libre. Sí. A veces. Pero definitivamente no es fácil. Hay que saber adaptarse a no tener idea alguna de cuando vas a tener trabajo, a ver desaparecer tus ahorros. A tener que adecuar conductas en cada espacio, cada lugar. Tener cuidado. Estar solo. Estar rodeado de mucha gente. No tener privacidad. Empezar siempre de cero. Absorber mucha información, y a veces, nada. Es complicado esto.
Pero no daría ni un paso atrás.
Aunque me quede perdido en esta isla. Nada vale la pena, como para volver atrás. Como para querer volver atrás.
Ah, y así como así, ya son tres meses.
P.D: ¡Vamos Chile! (Y que conste que no es para ganar el voto chauvinista)
P.D.2: Y como no he podido pasar las últimas fotos al compu, por mientras, les dejo una de mis últimos días en mi depa en Santiago.