Antes de ayer, el viernes, fuimos
a buscar el auto al mecánico con Tom. Estábamos un tanto nerviosos por todo lo
que había pasado, pero los chilenos (Speedy Gonzalez, por si alguien anda por
Auckland -Henderson- y quiere unos buenos mecánicos), fueron re-amables y una
vez más nos explicaron todo. O me explicaron todo, porque Tom no entiende mucho
el español, y menos el chileno.
La cosa es que parecía que todo
andaba bien, le pusieron un liquido para sellar la grieta que estaba filtrando
aceite al radiador, se hizo la limpieza del carburador, el cambio de aceite, e
incluso un cambio de un par de llantas. Pero, lo importante, es que había que
probar el auto antes de usarlo en viajes largos.
Por eso decidimos pasar la noche
en Fat Cat, pero al día siguiente teníamos que partir, no muy lejos, pero había
que moverse para saber si estaba todo bien. Y además ya lo habíamos conversado,
ambos teníamos la necesidad de salir, ir a otras partes.
Justo había un asado esa noche,
varios de los antiguos viajeros habían vuelto y fue un buen momento. Era el timming
perfecto para partir. Se pasó rápida la noche, conversando con un grupo de
argentinos y otros amigos del hostal, y al día siguiente nos despedimos. Aunque
más bien fue un hasta pronto, porque el lunes (mañana) tendríamos que volver
para el chequeo del auto, y ahí pasaríamos a despedirnos de verdad.
Quizás Mati se nos una, quizás
no. Romain y Laurie, una pareja de franceses con quienes hemos estado todo este
mes se van a Tailandia el martes, Glen y Emily, otra pareja
Canadiense-Estadounidense, y también parte del grupo que lleva más de un mes en
Fat Cat se van a un departamento en Auckland, y así. Mañana será el día de las
despedidas.
El sábado nos despedimos a medias
entonces, y con Tom arreglamos las cosas del auto y marchamos. Al principio
queríamos venir a Piha, la playa que conocí en mi primer día acá, pero el
camino es montañoso, con muchas subidas y bajadas y preferimos algo más simple para
la primera excursión con el auto recién arreglado, así que fuimos a Orewa, una
pequeña ciudad costera unos 40 minutos al norte de Auckland, pero para el lado
del Pacífico.
La van funcionó bien. Llegamos,
aparcamos en un estacionamiento gratuito en el centro, o algo como el centro,
la verdad es que estas ciudades no tienen plazas o algo que las marque como las
nuestras, solo avenidas más “comerciales” que otras. Nos pusimos a caminar un
buen rato. El paisaje era hermoso, como en casi todos los lados que he visitado
hasta ahora de Nueva Zelanda. Nada que decir al respecto. De hecho, creo que
hasta uno se pone un poco insensible a la belleza al poco tiempo.
Después de dar vueltas un buen
rato, caminando por parques, playas y suburbios, nos vino la duda de donde
podríamos quedarnos. Curiosamente creo que el tener una postura libertaria me
da cierta noción paranoide respecto a lo que pueden hacer o no las policías.
Por eso fue que hablé con Tom y decidimos ir directamente a la estación de
policía a preguntar donde se podía estacionar/acampar y si es que había un
problema con eso.
Curiosamente también fueron muy
amables, nos dijeron que no eran muy estrictos al respecto, que había un lugar
cerca de la escuela de surf donde podríamos estar un par de noches gratis y
todo bien. Fuimos al lugar, al principio nos confundimos y fuimos a una especie
de hotel para campers, ahí cobraban como 36 dólares la noche. Así que nos
devolvimos a donde pensamos que podría ser el lugar que nos habían indicado, y
nos quedamos ahí.
Al principio teníamos algo de
miedo, o recelo. Las multas pueden ser bien altas por estos lados. Pero al
final, como habíamos ido a la estación y habíamos preguntado y todo, tan
nerviosos no estábamos.
Pasamos la noche en ese lugar, un
estacionamiento en frente -literalmente al frente- de la playa, y me desperté
un poco antes del amanecer, para ver salir el sol desde el Pacífico. La primera
vez que no lo veo ocultarse en ese mar tan familiar. Tuve que esperar un rato a
que Tom despertara, usamos los baños públicos, que usualmente están en
excelentes condiciones, y partimos a una Pizza Hut.
Resulta que la noche anterior,
mientras caminábamos por el pequeño centro o calle comercial de Orewa, fuimos
a comer algo y compramos unos mini rollos de arrollados de primavera. Y no
escatimo recursos al decir mini. Realmente pequeños. Sabrosos, pero
insignificantes. Costaban como 3 dólares los 8, y juntos no eran ni uno de los de
por allá. Así que entre conversa y conversa algo dice Tom y yo le digo:
-Pero a ver, dime algo que
hayas visto que sea barato acá
- Y me dice “Pizza Hut”
-¿Pizza Hut?
-Sí, no sé porque acá es
barato, allá en Francia es caro, pero acá puedes comprar una pizza personal (no
tan pequeña) por 5 dólares.
-Vamos a tener que ir
entonces*
*Puede que la traducción no
sea la más apropiada, o que haya modificado algunas cosas, pero esa es la idea.
Así que partimos en busca de
una Pizza Hut, llegamos a un pueblo, Whangaraoa, si mal no recuerdo -y usted,
dígalo bien-, donde encontramos dicho local (gracias a la ayudad de Google
Maps), pero eso sí, un poco antes de que abrieran. Así que nos fuimos a dar
unas vueltas por el Mall que estaba al lado. Fue algo rápido porque a ninguno
de los dos nos gustan esos lugares, pero
aprovechamos de buscar una especie de tetera o algo para el café que quería
Tom. Evidentemente no encontramos nada.
Después salimos del Mall y en
el estacionamiento nos encontramos como con una especie de mercado. La gente
estaba vendiendo cosas de segunda mano desde sus autos. Me recordó a la feria en
José Arrieta, o en el Forestal. Pero era en un Mall en una ciudad costera y con
puros autos y gente gringa. Igualito. De todas formas, igual fue agradable ver
algo no-tan ordenado. Gente vendiendo sus cosas directamente, y eso. Al rato
fuimos a la Pizza Hut, los primeros clientes del día, obvio. Pedimos unas
pizzas, bien buenas. De hecho tan buenas que aún siento su sabor de vez en
cuando.
Y tras terminar de comer
decidimos venir a Piha, la playa del primer día, el lugar al cual no queríamos
venir porque el camino era complicado, y todo eso. Ahora escribo esto desde un
estacionamiento al frente, realmente al frente, de la playa. Ya son pasada las
8 de la noche, no hay luz, más que la del notebook y bueno, hace no mucho,
vimos el atardecer en el mar de Tasmania. Es decir, en este día, vimos salir el
sol en el mar, y ocultarse nuevamente en otro mar. Algo de belleza hay en eso,
¿no?
Recorrimos por acá, subimos
una pequeña cuesta, sacamos fotos, buscamos un lugar para acampar, no
encontramos, volvimos al estacionamiento al que llegamos al principio y
esperamos que no haya problemas esta noche. Mañana temprano iremos a Henderson,
a ver a los mecánicos chilenos, y si el último chequeo sale bien, iremos a
despedirnos de la gente en Fat Cat y partiremos rumbo a Tauranga. A buscar
laburo y quien sabe que más.
Así que eso pues. Creo que me
alargué más que otras veces ahora, pero debe ser porqué ahora escribí sin estar
conectado a internet. Gajes del oficio.
Por ahora, buenas noches
simplemente, y que descansen.
Fotos:
1.- Al llegar a Orewa:
2.- Sunrise en Orewa:
3.- Sunset en Piha: