jueves, 29 de mayo de 2014

Casi, una vida normal

Ya es 30 de mayo, y prácticamente dos meses exactos llevo en Nueva Zelanda. Cuando miro atrás parece un año entero, y por lo mismo es emocionante pensar en lo que se viene. Aunque al mismo tiempo, en estas semanas, el tiempo ha jugado con sus giros y revoltijos recursivos, provocando ocasionalmente la sensación de estar viviendo una vida normal. Cotidiana, hasta rutinaria. Lo que siempre termina siendo un espejismo.

Hoy parto la tercera semana en la packhouse, y me alegra saber que en los últimos días alcancé el grado de felicidad propio de no estar enajenado, de apoderarse del trabajo, no pensando que es una plataforma para algo mejor, si no que creyendo, y viviendo, que es en sí la experiencia de algo mejor.

Ya me da lo mismo si la línea se echa a perder y me ataca una avalancha de kiwis, o si me equivoco al contar o seleccionar en una caja –por si alguna vez comen un Kiwi con alguna forma rara, piensen en mi-, ya todo da un poco lo mismo. La mayor parte del tiempo las cosas salen bien, es parte de ir siguiendo un flujo. Bailando, cantando, o tratando de conversar con quien esté en la línea de atrás o del frente.

Ayer y hoy tuve los días off, o libres. Ayer organicé una pichanga y salió re-bien, en un principió pensé que iría más gente, pero al final fuimos 17 no más, 9 contra 8. La próxima semana repetiremos el asunto, a ver si hacemos un 11 contra 11. Debo decir que anoté dos goles en una apabullante victoria 7-3, pero siendo honesto, me perdí como 15 oportunidades claritas de gol, así que probablemente para la próxima no juegue adelante. Aunque quien sabe. Lo bonito y lo importante es pegarle al balón.

Después celebramos acá, en el holiday park, donde ya hemos formado una pequeña comunidad italo-francesa-chilena, improvisamos como a las 3 de la mañana una disco trans (de música trans, por si acaso), y nos la pasamos bailando y echando la talla. Terminamos como a las 5 de la mañana, y a las 4pm de hoy, hora digna para levantarse, partimos con Tom a un Spa en Mount Manganui. Aunque no sé si la palabra correcta es Spa, era un lugar con piscinas temperadas. Y por lo demás la primera vez que iba a unas, así que me comporté como se debe. Bien huaso, webiando de una piscina a otra. Por lo demás allá nos encontramos con gente de la pega, Sunghen, de Korea del Sur más Sophie y Adrian -para variar- de Francia.

Después de la piscina fuimos a un bar irlandés en Tauranga, a comer algo y volvimos al Holiday Park, pasamos la tarde con Claudio y Giorgio, los italianos más locos del lugar -lo que ya es harto decir-, aunque debo añadir nuevamente que puta que me cae bien la gente de Italia, y los franceses también, especialmente con los que me junto, pero con los tanos hay, no sé, una especie de locura genérica en común. Y bueno, finalmente me vine acá, a una sala de estar vacía, pues a esta hora están todos durmiendo, y la gente del turno nocturno aún no llega.

Durante el trabajo -que es bastante mecánico- uno tiene tiempo para muchas cosas y dentro de esas cosas, a veces, me pongo a meditar o a reflexionar. Ha sido bien interesante como ejercicio, y hasta para tener presente algunos temas en el día a día. Nada del otro mundo, pero es lo que hay.

Dentro de las cosas que recuerdo está el haber pensado en una noción, de que la una esencia de la sabiduría se encontraba en el ejercicio constante y naturalizado de la empatía.

Mi maestra, que quizás lea esto, dice que la bondad es la más importante de las virtudes. Algo que comparto profundamente. Y la bondad sin empatía no es posible, o más bien, es estéril. Pues si uno no es capaz de saber, escuchar o entender, que es lo que necesita el otro, la bondad pasa a ser un saludo a la bandera. Y digo que es un ejercicio porque es como un músculo, la empatía se puede ejercitar y fortalecer con la experiencia y el aprendizaje adecuado, pero también se puede echar a perder.

Cuando pienso en la gente que considero sabia hablando con otras personas, veo que entienden sus contextos, sus situaciones, y son capaces de leer los motivos de sus penas, angustias, rabias o alegrías. Y reaccionan acorde a eso. Es como si cada persona fuera un iceberg y uno mismo un barco, sin empatía es altamente probable que choquemos, o nos rajemos el casco, con cada uno. Y que, incluso a veces, nos hundamos.

La empatía es al mismo tiempo un universo interno en el cual se acumula el entendimiento de prácticamente todas las experiencias posibles, y se sienten. Por eso tratar de ejercitarla es rudo, porque hay muchas cosas que uno no quiere sentir, que no quiere imaginarse, que no quiere vivir. Podría decir entonces que la vida te fuerza a experimentar ciertas cosas, para tener ese conocimiento y fortalecer la empatía –si uno aprovecha esa experiencia-, pero para ser una buena persona hay que ir incluso un poco más allá de lo que uno ha vivido. O vivir un poco más allá de lo que uno ha sido.

Es un largo camino aquel, y por lo mismo, ligado a otro pensamiento asociado -de esos que tuve en la fábrica-, me declaro conforme por ahora, con lograr no ser un hijo de puta. Ese es el primer paso. Y no es tan fácil como suena.

Cuando estás solo, o crees que estás solo, es muy fácil aferrarse al miedo y reaccionar mal, o pobremente. Por eso lo primero es conquistar el error, que se me vengan encima los kiwis no más, o me confunda empacando, que me equivoque en una transacción o que no entienda a alguien en una tienda. Que de lo mismo todo, como un tsunami inundando las creencias más fundamentales, para que así salga a flote lo que vale la pena. Y no ser un hijo de puta. Que miente, engaña, huye, abusa o utiliza a otros, por miedo. Solo por miedo. Y por suerte, creo que voy bien en eso. Pero aun no está todo listo. Hay harto ejercicio que hacer.

Después, con el tiempo, podré ser un buen cabro. Quizás un buen tipo ya. Y si algún día la vida así lo quiere, alguien medianamente sabio.

Después seguiré escribiendo otras reflexiones, aunque quizás no sean tan entretenidas como las fotos y los entuertos, pero es en sí un viaje. El viaje.

miércoles, 14 de mayo de 2014

De Picking a Packing

Dos de la tarde en la librería de Te Puke, donde el WiFi es gratis. Quizás lo único gratis de por acá como bromeamos con un amigo chileno, sentado a un par de asientos. Hay muchos chilenos por acá. Más argentinos. Especialmente donde vivo es una colonia latina, pero me sigo juntando con gente de todas partes, he aprendido harto italiano -puta que son simpáticos los weones-, algunas cosas de Francés y pese a que estaba practicando alemán por internet, por la falta del mismo, he cortado el estudio, aunque algo se aprende de vez en cuando, conversando.

Ayer fue mi primer turno en una packhouse, o empaquetadora de kiwis, paltas y feijoa. Aunque lo último es pa ponerle color. Es casi puro kiwi por acá. No hay que olvidar que estoy en la capital mundial del kiwi. El turno es nocturno, desde las 6 de la tarde hasta las 3:30 de la mañana, pero ayer terminamos como a las 12:30, aparentemente están ajustando las cosas ya que somos un nuevo turno y quien sabe. No es bueno porque son menos horas, y eso pesa. Pero algo es algo. 

En teoría es más estable que andar pickeando kiwis, un tanto más aburrido también, pero hay algo de interesante en tocar esto del mundo de las fábricas, en cerrar los ojos, abrirlos, y ser un obrero más. Ganando el mínimo, viviendo en los lugares más baratos y tratando de ahorrar en cualquier cosa pa salvar el mes. Y aún así es mejor que Chile. Puta que estamos mal en lo que es pega y paga. Pero bueno, ese es otro tema. 

El miedo ahora es el aguante, resistir al menos un mes, hasta que se termine la temporada (el 15 de junio), haciendo un trabajo absolutamente mecánico. Resumiendo, aunque no hay mucho que contar al respecto, recibo los kiwis de la linea, los meto en la caja, tratando de evitar que no se caigan al suelo ni nada y cierro la caja. A veces uno colapsa porque son muchos y no hay tiempo para cerrar las cajas, a veces va tan lento que te puedes dar vuelta a conversar con quien esta en la fila de atrás, o con quien está adelante. Y así. Recién llevo un día, y veremos. 

Una de las cosas buenas del turno nocturno es que tengo la tarde, por ejemplo, para venir a la librería y usar el WiFi gratis. Así que quizás esté actualizando más seguido, o escribiendoles de a uno, para saber como andan, por que el tema es que por acá cuento como me va, pero de vuelta no llega mucho. De vez en cuando no más recibo novedades de Chile, de las que importan. Y, entre ellas, me enteré hoy de que seré tío.

Mi hermanita -sacando la cara por la familia- tiene dos meses ya, y según las tincadas del Edu, un cuñado de lujo, se viene un hombrecito. Mi mejor amigo de por allá, el Hugo, y mi amiguísima también, la Maca, van a tener su hijo, el Facu, dentro de estas dos semanas. La hija del Emo y la Ada, también uno de mis mejores amigos, ya debe andar por los dos meses y tanto, quizás tres. Y así pos. Está fácil ponerse guaguatero. 

Quizás por eso me arranqué. La naturaleza es sabia, y sabe que hay gente que es mejor que no se reproduzca no más (madre, se que estás leyendo esto, son tallas no más, ok, vas a tener un nieto.. pero me tinca más que por el lado del Pablo en todo caso).

Como sea, estoy bien por acá. Con altos y bajos, ahora más tranquilo y estable, lo que es bueno y malo. Como todo. No hay planes, solo ideas. Y el tiempo pasa y dicta los caminos. Soy feliz conociendo gente, hablando y aprendiendo distintos idiomas y escribiendo. Estoy empezando con los cuentos. Dejando un poco la poesía, para ver si le aplico a algo más. Y quien sabe. Paso a paso.

Por ahora me despido, y espero que estén todos muy bien. Y si les tinca, apliquense con un mail, contando en que andan por allá.

Besos y abrazos.


Algunas fotos de Te Puke:








Una pequeña arrancada a la playa en Papamoa:









Algunas fotos del Picking, aunque nada del momento mismo, porque uno esta tan metido sacando kiwis que es difícil sacar una foto:






Y estas son de por ahí, entre Te Puke, Papamoa y algunos caminos:







Y aquí es donde estoy durmiendo por ahora:






miércoles, 7 de mayo de 2014

La espera

(04-05-2014) Hace 5 días llegamos a la zona de la Bay of Plenty. El primer día paramos en Tauranga, una de las ciudades y puerto principales, por donde llega gran parte del petróleo y los autos a Nueva Zelanda, según pudimos apreciar. Dimos vueltas el miércoles sin saber muy bien qué hacer. Pasamos la noche en Papamoa, un balneario cercano, y poco después del medio día, tras pasear por la playa y hacer algunas compras esenciales,  nos dirigimos a Te Puke, la capital mundial del Kiwi, por si no lo sabían.

Si bien la ciudad no es muy grande en sí todos los alrededores están plagados de granjas y packhouse dedicadas al fruto sagrado de Nueva Zelanda. Por lo mismo, es un lugar que concentra mochileros, viajeros de todo tipo, maoríes y alguno que otro Kiwi (blanco Neo Zelandes), todos en busca de algo de trabajo, ya sea por los dólares que puedes ganar sin tener un muy buen inglés ni experiencia en otras áreas, o por la posibilidad de alargar tu visa, ya que si trabajas unos meses en temas relacionados a la agricultura puedes pedir una extensión de 3 meses más en tu work and holiday.

Llegamos un miércoles, dimos vueltas por la ciudad, le escribimos a algunos contratistas -principalmente Indios- que son los intermediarios entre las granjas y los trabajadores, y quienes evidentemente cortan un buen pedazo de la torta por este hecho. No había mucho para el día, así que solo dimos vueltas y al final terminamos en una especie de hostal con caravanas, donde terminamos pagando para estar por una semana, esperando a tener algo de suerte.

Aquí nos encontramos con Nicolás, el ya había llegado unos días antes y está en un grupo de chilenos que lleva un buen tiempo. Usualmente tienen alguna que otra oferta de trabajo y han tenido días buenos y malos. Pero desde afuera, han tenido suerte. Varios ya se han ido de acá. Las últimas semanas han sido difíciles, por las lluvias y granizos, lo que ha detenido la mayoría de las cosechas por varios días y ha disminuido otras.

Eso es algo que uno aprende rápido acá. Si llueve, no hay trabajo. Y como te pagan por hora, si tienes suerte, o por producción –lo que puede ser o mejor o mucho peor, y por ende más inestable-, si no se trabaja un día, se siente. Varios ya se aburrieron de escuchar el discurso de que hoy no hay nada, pero tal vez mañana algo. O que la próxima semana empieza fuerte el tema. Otros tienen algo de trabajo, pero un par de horas, y a veces tienen que esperar un buen rato antes de empezar. Tiempo que evidentemente no se paga.

Nosotros, Tom Mati y yo, llevamos ya 5 días esperando. Si no todos los días, casi todos, hemos visto la misma historia. Que puede haber algo, que llamemos, que nos dicen que si o algo no muy claro, pero al día con toda claridad te dicen que no hay cosecha que hacer. Por lo demás hemos ido varias veces a prácticamente todas las packhouses de la zona, para hacer aplicaciones, pues ahí el trabajo es más estable, en teoría, ya que poco antes de llegar varias de estas estuvieron paradas por días o hasta casi una semana, porque no había cosecha.

La cosa esta mala. Es difícil este ritmo de vida, tan incierto, casi nadie tiene claro lo que va a hacer el día siguiente, si habrá trabajo, por cuanto tiempo, cuanto pagarán, o cuáles son las condiciones. Si hay, hazlo. Es mejor que nada. Esa es la premisa al final. Lo bueno, es que en general hay buena onda por acá, y como muchos están en la misma, no queda más que enfrentar la situación en grupo. Conversando de cualquier cosa, aprendiendo de las diferentes culturas o la vida simplemente.

Sigo siendo de los más extraños por acá. No por ser chileno, hay varios por acá y sobre todo argentinos dentro de los latinos, aunque me junto más con los de otras partes, para practicar el inglés. Soy de los más extraños porque quien sabría decirlo. Pero se nota. Te lo dicen de hecho. No es ni malo ni bueno, o quizás. 

La cosa es que es interesante saber que es algo internacional esta clase de locura.


Por ahora seguiré esperando. Como siempre, puede que mañana haya algo*

(*Justo después de salir de la sala donde escribí esto me avisaron que había trabajo, y ese fue mi primer día de picking. Una historia para la próxima ocasión).

**Quedo debiendo las fotos, porque tengo poco interné.