viernes, 26 de septiembre de 2014

Un nuevo hogar


Ya nos vinimos a vivir al departamento. Ayer fue la primera noche y ya estamos en la segunda. Es una sensación nueva, hermosa y desconocida. Me siento desde el primer día como en casa, Tenemos bastante espacio (no excesivo, pero si más que suficiente) y el lugar tiene una buena atmósfera, buena vibra, por así decirlo. Ya estoy más estable en mi pega como ayudante de cocina y creo que poco a poco me acostumbro a este ritmo, aunque igual recién vamos empezando, pese a que sienta que ha pasado un siglo así.

Ahora en la noche es la despedida de una de las amigas que he hecho acá, la Karin, del grupo de los chilenos que he conocido en Wellington y que se va a probar suerte a Alemania con la work and holiday de allá. Toda una aventura. Yo aún no tengo claro cual será mi siguiente paso, pero me ayuda ver que hay tanta gente con ganas, haciendo tantas cosas. 

Y bueno, acá en el depa estamos los cuatro, Mati, Tom, Cecilia y yo, más una chica Maorí, Sina. Estudió cine, terminó recién y me mostró sus cortos de titulo, algo así como la tesis bastante buenos debo decir. De repente me empiezo a contactar con el mundo del cine independiente por acá y con el tiempo me hago famoso como el "actor latino" típico en Nueva Zelanda. Quien sabe. Aunque aún no desecho mis sueños de ser un animador de karaoke. Pero tiempo al tiempo. Ya veremos que pasa.

En la pega del restaurant he conocido gente, aunque no se puede hablar mucho. El ritmo es vertiginoso, como en cada cocina, y tengo que pasar de lavar platos a pelar cebollas, papas, zanahorias o armar ciertas cosas. De a poco me van dando más responsabilidades y es raro, nunca fui muy afín a la cocina, pero quien sabe, quizás aprenda algo. 

Eso sí, el olor a cebolla no me lo saco ni con cinco duchas al día. Pero bueno, siempre he sido medio cebollento.

En otras novedades, fui a sacar mi certificado de nacimiento al consulado para tramitar la nacionalidad italiana. En este tiempo he estado en contacto, escribiéndome relativamente seguido, con mi padre. Creo que la otra vez les había contado algo al respecto. Y dentro de todas las cosas me contó que el ya tenía la nacionalidad así que debería ser fácil para mi, y que lo intentara, que es lo mejor para seguir viajando. Y pues claro, de que tiene razón, la tiene. Así que tengo que ver como son los tramites por acá y que puedo hacer al respecto.

En cierto momento, cuando pensaba en esa posibilidad años atrás me preocupaba que podría ser complicado tener una doble nacionalidad si mis intenciones se inclinaban por la política. Hoy veo eso y pienso que tengo una sobrecogedora capacidad para generar excusas. O mucha esperanza en mis poli-sueños. Algún día escribiré un libro titulado "El hombre que soñaba (demasiado)", o un cuento. Otro más a los poli-sueños.

Igual por ahí, por allá, creo que he escrito cosas buenas en estos días. Poemillas cortos. Pensamientos al aire. Lo de siempre. Pero esta bien. Es mi desierto florido. A veces aparecen pequeñas florecillas en esas áridas tierras que inundan la vista, hasta el horizonte.

También estoy afinando una canción, con un estilo muy distinto al último que había tenido. Y que se yo. Hablando de música, escucho harto a Lana del Rey, al principio no me gustaba pero ahora me pegué. Soy fácil. Innecesaria y complicadamente fácil.

Pero ya, mucho de mi. Hablemos de ustedes mejor.

Uhm.. ok. Cierto. Igual si me quieren contar algo siempre pueden enviar un mail, ya saben. No soy de Skype ni esas cosas. Una cartita, electrónica que sea, y todo bien.


Y sobre las fotos, aún no las puedo sacar!, tragedia. Apenas pueda pongo la tonelada acá.



viernes, 19 de septiembre de 2014

Wellington, toda una vida.


Llegamos hace como dos semanas a Wellington, quizás un poco más, y mentiría si dijera que me acuerdo todo lo que ha pasado durante estos días en esta ciudad que es algo así como un Valparaíso aprovidenciado. Son muchas, y es que hay momentos en la vida en que todo se comprime y pareces vivir más en menos. O simplemente hay momentos en los que vives. Y lo cierto, es que este es uno de esos.

Llegamos un día lluvioso, que de verdad parece un año atrás, sin saber que hacer, a donde ir, nada, como siempre. Demoramos más de lo necesario en encontrar un lugar para dejar la van, estaba todo lleno, era día lunes creo. Salimos y dimos una vuelta por el centro. Comimos algo y seguimos sin tener nada claro, como siempre. Fuimos a ver un lugar de backpackers y lo encontramos un poco caro, el XBase, que es como una cadena de hostales y están por todos lados, en Australia también y quien sabe donde más. Seguimos buscando y encontramos otro un poco más barato, el Lounge in the City.

Después de una reunión logística decidimos quedarnos ahí por una semana, por lo que había que pagarla completa inmediatamente, y después de todo el viaje por la isla norte los recursos no sobraban, pero al mismo tiempo así tendríamos la tranquilidad de tener un lado por una semana y no tener que estar moviéndonos por ahí. 

Dejamos la van un par de noches ahí y después la estacionamos en un suburbio, ya que sale como 10 dolares la noche el estacionamiento en el hostal y era mucho pues.

En el hostal me re-encontré con el Cristian, un chileno que conocí en Te puke y que viajaba con otro, el Carlos, que también lo he visto por acá. La primera semana solo encontré pega al final de la misma, para el partido de los All Blacks, pero esta semana ya partí en un restaurant como lavaplatos gracias justamente al Cristian, que me ayudo a entrar, y además ocasionalmente sale algo de limpieza de casas y lugares, otra pega en la que me recomendó. He tenido mucha suerte en ese sentido, y le agradezco mucho al compa.

Al principio, los primeros días, fui dejando currículums por las calles de Wellington sin mucho exito, no tengo mucha experiencia como ayudante de cocina, o lavaplatos y cosas así que son los trabajos que hay por acá y no quise mentir en mi CV. No me gusta mentir, y menos por escrito. Usualmente lo hago solo bajo presión y se me nota fácilmente. Simplemente aclaraba que no tenía mucha experiencia, pero que tenía ganas y estaba dispuesto a aprender. Mucha gente me recibió el CV con gran amabilidad, y todo el miedo que tenía en ese momento de lanzarse a lo desconocido, se desvaneció. 

Los primeros días iba bastante a la biblioteca, a usar el Internet de allá, y poco a poco me fui contactando con más gente, como el Simon, con quien nos conocemos de la U y que también está en Wellington. De hecho la primera noche que pasé en Wellington salimos con el Simon y conocí más gente, primero fuimos a un Festival Coreano, que era como su "Día de gracias" o "Thanksgiving", pues para ellos el verano se terminaba y comenzaba el otoño y por lo mismo el motivo de la tradición y la celebración era dar gracias por las cosechas. Así mismo en el evento, que era un bingo en un salón grande, regalaban comida y sorteaban sacos gigantes de arroz, y entre tanto y tanto la misma gente de ahí hacían shows, ya que había un concurso de talentos. 

Sí, ahora que recuerdo ese fue mi primer encuentro surreal con Wellington. No gané nada, pero me divertí mucho. Demás esta decir que todo era en Coreano.

Después fuimos a un bar under medio japo y probamos unas mezclas extrañas de Sake con otros licores, muy sabrosos resultados.

Por si no se han dado cuenta, en la medida en la que escribo voy también recordando cosas, así que puede que no haya mucho orden en esto. 

Y bueno, la primera semana no nos salió nada de trabajo a Tom y a mi, pero si a Cecilia y Mati, ellos habían ido a una agencia y les salieron unas cosas al par de días. En eso les avisaron ahí mismo de lo del estadio y que iban a necesitar mas gente y fuimos con Tom. Era el día antes, un viernes y de verdad necesitábamos una pega. Nos aceptaron, fuimos los últimos creo, y ya estábamos listos y ansiosos/nerviosos para el día siguiente. Pero fue una genial experiencia. Pongo lo que escribí al respecto el mismo día (noche): 

Y por fin vi a los All Blacks en vivo. Claro que por 20 minutos, porque estaba trabajando en el estadio. Pero fueron los últimos 20 minutos del encuentro (bendita y mágica coincidencia que me tocó en ese instante el break). Además que comí como nunca antes en Nueva Zelanda, y como pocas veces en la vida.
Ahora, en el lado triste del asunto, puta que es doloroso ver como botan tanta comida.
De todas formas fue una buena noche, buena pega -la primera por acá-, buenas lucas, una buena conversación, y todo bien, aunque me ando medio resfriando ahora porque nos vinimos al hostel caminando desde el estadio con lluvia y viento Wellingtoniano en contra (que no es poco, por algo le llaman Windy Welly a esta ciudad), y pa más remate a las 2 de la mañana. Pero como fuere. Ya en cama, todo se ve genial y mañana estaré mejor.
Buen recuerdo pal archivo.

Al final no me resfrié y así todo fue mucho mejor, Esa pega me dio confianza de que podía hacer temas de cocina o mesero acá y a los días el Cristian me habló de estás cosas en las que ya estoy trabajando.

Conocí también en el hostal a otros chilenos, el Mati, la Karin, que se va en unos días a hacer otra work and holiday visa en Alemania, la Nati y así. Debo decir que algo me ha alegrado el corazón hablar de vez en cuando en chileno. Hay algo especial, como cierta familiaridad -si, aunque suene estúpido- que no tenía en perspectiva.

Y bueno, ese fin de semana, al día siguiente de lo del estadio, se nos acababa la estadía en el hostal, ya había pasado la semana (en realidad 6 días porque fue lo máximo que pudimos reservar ya que estaban todas las piezas bokeadas/pedido previamente por la contingencia del partido para ese fin de semana). Y tuvimos que hacer unos malabares por ahí, pero al final Cecilia encontró una oferta en el primer hostal que habíamos ido a ver, el XBase, por 10 días. Así que nos terminamos mudando y aquí estamos ahora.

Muchas cosas pasaron en el Lounge in the City, y aún a veces vamos por allá a carretear. Fue un buen lugar para empezar acá y conocer re-encontrarse con gente genial.

Ahora, dentro de lo emocionante, está que encontramos un departamento y ya pagamos el Bond. Cuando se terminen estos 10 días en el XBase, el jueves, nos iremos allá. Seguiré estando cerca de la pega, del centro y será la primera vez en un departamento acá en NZ. Una nueva etapa, quizás. Ya veremos. Y -en teoría- debería salirnos hasta más barato. Pero, ¿saben?, tal como le dije a mi abuela putativa (más conocida como la May), es curioso, o sea, sé que cuando lo escriba va a dejar de sonar curioso y pasará a sonar como una más de esas cosas que "ya sabemos", pero por ahora sigue siendo curioso, y es el hecho de que en este momento, en el que estoy con menos plata que nunca, me siento muy bien, me siento rico de hecho. En el amplio sentido de la riqueza. 

Y así, le hecho más cosas al pan, camino más relajado, disfruto los minutos, ya sea viendo leseras o conversando. Estoy bien. Muy bien. Con un poquito de soledad no más, ya saben, de esa que te hace querer compartir ciertas cosas con ese "alguien más", pero es mejor tenerla así que en otras condiciones. Y es que podría estar en un campo, en un jardín budista, así como estoy en esta ciudad. Es la misma sensación de paz. Como si se hubiera apagado el futuro

Y en esta paz me di cuenta que no empecé este viaje para conocerme, que no vine a buscar nada acá. Vine a construirme.

Vine a vivir.

Y en eso estoy, como decía al principio. Siento que estoy viviendo, en esta hermosa ciudad, que ya siento un poco mía.



Fotos:

No las puedo sacar del celular, pero ya voy a ver como le hago con eso :/



lunes, 8 de septiembre de 2014

La travesía de los 1000 kilómetros (Cruzando la isla norte) Parte 2


Finalmente salimos como a las diez y media, tipo once, de la mañana desde el Holiday Park de Whangarei y teníamos dos cosas en mente, las cuevas con los gusanos luminosos y el hospital/reserva de aves, que abría como a la una. 

Partimos a las cuevas, que estaban como a 20 minutos a las afueras de la ciudad. Nos costó llegar porque eran las gratuitas, así que no había mucha señalización ni nada, de hecho, cuando finalmente llegamos solo había un letrero que decía "entre bajo su propio riesgo", y así lo hicimos. Con zapatillas, jeans, unas pocas luces, del celular y otras y pa adentro. Era hermoso, en las partes más oscuras, cuando ya nos habíamos alejado de la luz de la entrada, podíamos mirar al techo de la caverna y ver una constelación de gusanos. 

Obviamente me caí y me saqué la cresta en el entretanto para el divertimento de los cabros, pero todo valió la pena. La sensación por unos momentos de estar perdido, otros en que de verdad era peligroso pasar de un lado a otro entre las rocas, y quedar todo embarrado. Sí, todo. 

Salimos y entre leseo y leseo adentro y afuera de la cueva ya era un poco tarde, así que al final decidimos no ir a lo de las aves, por lo que aún espero mi oportunidad para ver un Kiwi que no sea en un zoológico o esas cosas. Por ende, nos encaminamos a Auckland. 

Tom quería ver a una amiga ahí pero al final no la pudimos contactar, y yo entretanto tenía ganas de ver al Nico, que está en Mount Manganui, así que adelantamos los planes y seguimos de largo. Hola y chao Auckland.

Llegamos ya de noche a Mount Manganui, pobre Tom, estaba hecho bolsa de tanto conducir, y tenía que esperar hasta las 9 a que se desocupara el Nico que estaba haciendo yoga. Y pa echar la talla, como estábamos parados en la calle, saqué mi guitarra y me puse a tocar en la calle. Y en eso, CHAN!, mis primera monedas!, un tipo que pasaba por ahí me tiro como dos dolares (luca pos, luca!) y yo estaba más feliz que la cresta. Ese fue mi highlight del viaje, lejos.

Después me junté con el Nico y nos pusimos al día, está bien el cabro y me alegro. Está con más gente chilena y otros latinos por allá y se está armando un buen grupo, además que en donde viven es un re-buen lugar, una casa que se ve cómoda y acogedora. Me dieron un poco de ganas de quedarme por ahí, debo decir, pero cada uno con lo suyo. Y por mientras tenía que seguir con el viaje, que no estaba mal tampoco.

Nos quedamos en la noche con los chicos en el Holiday Park de Mount Manganui y partimos al día siguiente rumbo a Rotorua, la ciudad más maloliente de Nueva Zelanda, pero porque tienen aguas termales a granel y esta pasado a azufre. Obvio que me acordé de Chavez.

Bonito igual Rotorua, obviando lo del olor. Paseamos por unos parques abiertos con pequeños geysers y aguas termales, y queríamos ir a los más famosos, pero salía como 50 dolares la hora, así que lo descartamos de plano. De hecho, ese día intentamos ir como a 3 o 4 cosas turísticas en el camino y era siempre lo mismo, todo carísimo. Se nos fue preguntar eso sí por baños termales gratuitos, que los había y nos comentaron después, pero para la vuelta la hacemos.

Seguimos después de Rotorua al lago Taupo y buscamos un sitio habilitado para acampar, por lo que llegamos a la ladera de un río en la tarde. Hermoso. Una familia de patos nos acompaño durante la noche, aunque eran un tanto hambrientos. Insaciables diría yo. Pero tiernos, nunca había acariciado a un pato de hecho. Y ahí nos quedamos, jugando cartas y pasando el tiempo. Toqué un poco la guitarra y se me ocurrió una tonada para una canción, así que ya veremos. Sería la segunda ya, acá. Y bueno, no sé, pero como que -a veces- me está fluyendo más la cosa musical.

Al día siguiente seguimos rumbo hacia el Tongariro, el monte más alto de Nueva Zelanda, pero estaba un poco lluvioso, nevando por esos lados, y no estábamos preparados para hacer el trekking, así que decidimos dejarlo para la primavera o el verano, y pasar por ahí no más. Igual la vista era maravillosa. Además que antes tuvimos que bordear todo el lago Taupo, el más grande también de Nueva Zelanda, y el paisaje era realmente bello. 

Recorrimos una gran parte de la isla norte ese día, paramos en una ciudad, que no recuerdo el nombre, a comer algo y nos pusimos a jugar en los juegos de un parque. Había uno que nunca había visto antes, que era como de cuerdas y parecía una torre Eiffel, era igual bien alta, y ahí nos pusimos a lesear, pero mis favoritos fueron los columpios. Creo que si lo viera de afuera es exactamente como ese sueño despierto que tenía cuando veía videos como el de 1978, de Smashing Pumpkins.

Se van cumpliendo los sueños, y a veces uno no se da cuenta, quizás si no escribo esto se me hubiera pasado por alto esto. Y es que como dice sabiamente Christina Rosenvinge en una de sus letras: "El día que yo fui feliz / nadie tocaba el violín / ni una maldita florecita / ni arcoiris sobre mí / El día que yo fui feliz / nunca pensé que fuera así / y como nadie me avisó / no me di cuenta y me dormí".

Seguimos después de ese pueblo sin parar todo el día -nuevamente, pobre Tom, y es que Mati no tiene licencia y a Cecilia se le venció y yo ni sé conducir, pero bueno, el dice que no le molesta conducir-, y finalmente llegamos a la ciudad de Palmerstone North. La verdad era que esperaba una ciudad como todas las anteriores, la clásica ciudad Neo Zelandesa, que es una calle principal, negocios alrededor, unos moteles y hostales dispersos por ahí y un Holiday Park usualmente a la salida de la ciudad, pero no. Tenía plaza. Y eso es algo grande.

Como cuando llegamos todavía había luz de día nos pusimos a recorrer la plaza, había un monumento a los caídos en guerra, desde la primera Guerra Mundial en adelante. Había música clásica ambiental y unos pequeños juegos de luces detrás. La ciudad era grande en todo caso, de hecho, además de plaza tenía unos cuantos edificios, lo que la hace una real excepción a la regla.

Fuimos al Holiday Park de por ahí y la señora al ver que Cecilia era Argentina nos hizo un descuento, porque le tenía buena a los Argentinos que le habían regalado cosas para el mundial y habían sido re divertidos. Además estaba enterada de los problemas por allá y nos vio cara de pobres. Lo que no deja de ser un tanto cierto. Lejos la tipa más amable que he visto en uno de estos lugares. 

Nos quedamos ahí y en la sala de televisión me puse a hablar con una señora de unos cuarenta y tantos, para cincuenta, que venía a ver a su hija que estudiaba en la ciudad. Venía llegando de África, había recorrido parte de la costa del mediterraneo y después la costa este, bajando por Etiopia, Kenya y así hasta llegar a Sudáfrica. Antes, no hace mucho, ya había viajado a China y otros lados vivió 20 años en Canadá, así que aproveché de hacer todas las consultas respectivas y me dio un par de buenos datos. De hecho, me comentaba que en el regateo en China usualmente parten como con 10 veces el precio que esperan conseguir, así que aunque salgas con un 50% de descuento igual puedes estar pagando un sobreprecio más o menos alto. Ah, y que hay que pedir -especialmente para los vuelos internos- los precios chinos. Son increíblemente más baratos que los tradicionales para turistas.

También me comentó lo extraño que es la idea de una nación para mucha gente por allá, especialmente en la parte norte de África, los beduinos, o la gente de las montañas, ellos se sienten una sola cultura, estén en Argelia, Túnez, Libia, e inevitablemente me recordó a esa pregunta que siempre me hago, sobre que tanto más se parece un chileno del sur con uno del norte, comparado con un peruano del sur y un chileno del norte. Pero bueno. Fue una interesante y entretenida conversación y por lo mismo quería dejar algunas cosas acá, en mi receptáculo de la memoria.

Al día siguiente partimos rumbo a Wellington. Ya estábamos en la parte final del trayecto y nos tocó un día nublado y lluvioso ocasionalmente, pero aún así disfrutamos algo del paisaje. Por el sistema de turnos que pusimos en la van me toco estar atrás, que es donde esta la cama, y hay algo que tengo que decir al respecto. Es realmente mágico el estar acostado y ver en vez de una tele una ventana que mostrando tantos paisajes, a veces lluvia, viajar acostado pero mirando todo, es algo realmente especial.

Y hasta acá llega "La travesía de los 1000 kilómetros", después se vienen las "Aventuras en Wellington", pero por ahora los dejo porque tengo hambre.

Ah y bueno, no tengo fotos porque no sé porqué motivo no las puedo sacar del celular con el cable, pero pronto las estaré poniendo, solo pude rescatar una que me envié por mail, pero me da lata sacarlas todas así, además que igual pesan su resto

Saludos!


.









domingo, 7 de septiembre de 2014

La travesía de los 1000 kilómetros (Cruzando la isla norte) Parte 1

(Escrito el 02 de septiembre)

Hace un par de días dejamos Kerikeri y nos fuimos al norte. Mati, Cecilia, Tom y yo, en la Kiwibishi. Llegamos a la ciudad de Ahipara y decidimos quedarnos en un hermoso hostal frente a la paya y lo mejor fue que, tras unas horas de viaje, habíamos logrado dejar atrás las nubes y la lluvia. Descansamos en la tarde y nos preparamos para ir al día siguiente al extremo norte de Nueva Zelanda, al principio y final: Cape Reinga. Por ahí dicen las leyendas que llegaron los primeros habitantes a la isla y por lo mismo los maorí creen que es por esa costa que los espíritus se van, que se devuelven a la tierra ancestral. El principio y el final.

Al medio día siguiente partimos, pasamos a comprar unas cosas al Pack n' Save que estaba en el camino (el supermercado más barato y genial de Nueva Zelanda, que vendría a ser así como un Ekono gigante) y avanzamos no más. En el camino se nos sumo Marco, un mochilero alemán que estaba haciendo dedo y básicamente nos la pasamos escuchando música, cantando y disfrutando del paisaje. De verdad tuvimos suerte de tener un día despejado, considerando que veníamos con un pronóstico de lluvia y con casi una semana ya de temporal,

Cuando llegamos había un viento increíble, se me volaba la galera. Así que comimos algo en la Kiwibishi porque ya hacía hambre y después nos pusimos a caminar hacia la punta de todo, donde había un faro. Incomprensiblemente me bajó lo japones y me puse a sacar fotos como loco, las que -como siempre- pondré al final del texto.

Después de recorrer lo clásico encontramos un cerro con una buena vista y nos tiramos, literalmente, ahí (en el suelo, no del cerro). La gracia era esperar hasta el atardecer.

Fue un buen momento. Todo el viaje fue un buen momento.

Nos movimos un poco antes del atardecer porque hacía frío, y caminamos por ahí hasta que encontramos el castillo de Tom y con Mati lo asediamos y finalmente lo sacamos de ahí. Cosas que pasan. 

Finalmente volvimos al cerro y vimos el atardecer, aunque no fue tan bueno porque ya habían varias nubes, pero todo ya era demasiado hermoso por allá así que no importó mucho. Realmente se puede ver la diferencia entre el mar de Tasmania por un lado, que es más como turquesa (creo, nunca he sido bueno con los colores) y el Pacífico, que es de un azul más profundo. Además hay una parte, donde se unen los dos mares, que es como un juego óptico, dependiendo de como mires parece que el agua va de izquierda a derecha o de derecha a izquierda y es que, en realidad, va en los dos sentidos. Y si te fijas bien vez olas de un lado chocar con las del otro, y es hermoso.

Volvimos al hostal ya de noche, y yo hice lo que tenía que hacer. Me puse a ensayar Wrecking Ball de Miley Cirus, la canción del viaje. Claro, junto con Diamonds de Riahana y Summertime Sadness de Lana del Rey. Pero Wrecking Ball era la reina. Y la saqué en guitarra. Así que ahora pienso que va a ser mi caballito de batalla si me pongo a tocar en la calle.

Bueno, el día siguiente a eso es hoy. En la mañana, después del desayuno, nos fuimos del agradable hostal (Endless Summer Hostel), y nos dirigimos al sur rumbo a Whangarei para ver una cueva con gusanos luminosos y visitar un hospital de aves.. ¡donde dicen que hay un Kiwi!, de ser así será el primero que vea por acá. Están casi en extinción y es muy difícil verlos en su ambiente natural, además que son nocturnos, así que sería muy bueno. Y digo "de ser así", porque llegamos a la ciudad a buscar dónde pasar la noche cuando ya era muy tarde como para hacer algo más, así que decidimos quedarnos acá y hacer todo mañana temprano. De todas formas, este debe ser el mejor Holiday Park en el que hemos estado hasta ahora.

Una de las cosas que me preocupa en estos días es que quisiera hacer al menos una Work and Holiday más y las opciones están siendo Australia y Alemania, aunque aun no considero Dinamarca, pero quizás debería. Ambas solo puedo hacerlas hasta/durante los 30, que cumplo en Noviembre, por lo que se hace imposible hacer las dos como pensé que podría hacer en algún momento.

Y no sé pos. Australia está más cerca, es todo en inglés que algo ya manejo, y dicen que no es tan complicado agarrar pega. Por otro lado Alemania es en Europa y me permitiría conocer un montón por allá si me quedo un año trabajando en esos lados. Pero claro, no sé alemán y aunque dicen que la mayoría te entiende si hablas en inglés, no es lo mismo para buscar pega y todo. El contra de Australia es que hay que hacer los trámites en Chile, por lo que tendría que pedirle ayuda a mi madre/amigos para algo que es pura burocracia, o devolverme a Chile, lo que es un montón de plata, mientras que la visa para Alemania se puede hacer en cualquier embajada de ellos por el mundo.

Y así, cada cosa con su pro y contra. Y por otro lado, aún me queda -al menos- medio año acá y quiero disfrutarlo tranquilo, pero para avanzar hay que ser coordinado y hacer las cosas con tiempo. Así que eso. Creo que tendré que tomar una decisión pronto, pa hacer las cosas bien pues.

Ya veremos pues, ya veremos. Por ahora, les dejo algunas (muchas) fotos de éstos días:

El viaje desde Kerikeri a Ahipara:




Ya en Ahipara:














Segundo día en Ahipara y viaje a Cape Reinga:



 (Amé/amo esta foto)





Vista(s) hacia Cape Reinga:






 Y, finalmente, Cape Reinga: